Se trata de la misión europea Proba-3 que fue lanzada en noviembre y cuyo objetivo es estudiar la corona del Sol, una región clave para entender los misterios de nuestra estrella.
La misión Proba-3 de la ESA está orientada a imitar eclipses solares
La Agencia Espacial Europea (ESA) lanzó a finales de 2024 un par de naves espaciales bajo el nombre de Proba-3 que permitirá crear eclipses solares “a demanda”, ya que ambas naves permitirán el estudio de la zona media de la corona, la región más alta de la atmósfera del Sol, gracias a que una de ellas bloqueará la visión del Sol de la otra, lo que ayudará a averiguar cuestiones tan importantes como por qué es mucho más caliente la corona solar que la propia superficie del Sol. La corona –cuyo descubrimiento tuvo lugar durante un eclipse solar total en el año 1724–, puede alcanzar los 2 millones de grados Fahrenheit, mientras que la superficie está a 10.000 grados, según la NASA.
Así será el primer eclipse solar artificial en 2025: todo sobre la misión Proba-3
Es curioso cómo a pesar de llevar siglos observando el Sol, aún resta una gran cantidad de preguntas importantes por resolver y, en parte, se debe a la poca periodicidad de los eclipses totales. Habitualmente ocurren cada 18 meses y duran un lapso de menos de 7 minutos, lo que incluso se complica aún más si la meteorología se vuelve caprichosa y el cielo aparece cubierto de nubes. Para saltar estos obstáculos nació la misión de la ESA, esquivando la necesidad de esperar tanto tiempo entre eclipses totales.
Se trata de un innovador experimento liderado por la ESA que desafía todos los límites actuales de la ciencia y la ingeniería. Las dos naves satélites, el «Coronagraph» y el «Occulter», volarán en formación, a sólo 144 metros entre sí, con una precisión de un milímetro, en una órbita elíptica alrededor de la Tierra; concretamente a 60.000 km de nuestro planeta y con un disco de 1,4 metros de ancho con el tamaño perfecto para bloquear la luz del Sol de la otra nave espacial y obtener una imagen de la sombra resultante; es decir, la nave espacial de observación -no la bloqueadora-, enviará imágenes de alta resolución de la parte más interna de la atmósfera diáfana del Sol.
La sombra se proyectará durante unas seis horas, tiempo suficiente para realizar observaciones de la estructura, la dinámica y los procesos de calentamiento de la corona, utilizando la carga útil del coronógrafo de la Asociación de Naves Espaciales para la Investigación Polarimétrica y de Imágenes de la Corona Solar (ASPIICS).
¿Y por qué no se envía un único satélite para observar la corona y se coloca un telescopio con disco desde la Tierra? Porque las ondas de luz se curvan alrededor del disco en un proceso llamado difracción, lo que arruinaría la imagen. De ahí la importancia de hacerlo todo desde el espacio.
¿Lo veremos desde la Tierra?
Pues lamentablemente, los eclipses creados por Proba-3 no proyectarán sombras que se puedan ver en la Tierra, dice la ESA pero el primer eclipse solar artificial desde la Tierra tiene un valor científico incuestionable, ya que es posible que finalmente se respondan algunas preguntas científicas de gran calado sobre nuestra estrella.
El próximo eclipse solar total que sí veremos desde aquí tendrá lugar el 12 agosto de 2026. Será visible en la totalidad en la mayor parte de la mitad norte de España, aparte de en otros lugares del mundo como el extremo oeste de Islandia o la isla de Groenlandia.