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lunes, diciembre 23, 2024

Estamos cerca de sufrir una tormenta solar catastrófica, afirma un estudio en Science

Un nuevo estudio publicado en Science afirma que los eventos tipo Carrington podrían suceder cada cien años. Otro apunta que a que los eventos Miyake pueden ser aún más frecuentes y destructivos de lo que se pensaba.

Una nueva investigación afirma que las tormentas extremas con efectos catastróficos de nuestro Sol podrían ser mucho más frecuentes de lo que se pensaba. Estas tormentas solares miles de veces más potentes que las explosiones solares habituales pueden destruir la infraestructura eléctrica del planeta, como lo hizo el evento Carrington que destrozó la red telegráfica en 1859. Un evento así provocaría hoy un efecto dominó que acabaría con la civilización moderna y se cobraría la vida de millones de personas.

“Nuestros resultados demuestran que estrellas con propiedades similares al Sol pueden, de hecho, generar superfulguraciones”, afirma Valeriy Vasilyev, doctorando en el Instituto Max Planck de Investigación del Sistema Solar y autor del estudio publicado en la revista Science. Vasilyev destaca que la intensa radiación de una superfulguración, que incluye radiación ionizante, luz ultravioleta (UV) y rayos X, “puede tener impactos significativos”. Según el Vasilyev, los datos muestran que podemos sufrir un evento cataclísmico en cualquier momento.

Estudios anteriores, basados en la observación de estrellas similares al Sol, estimaban que estos eventos ocurrían aproximadamente una vez cada varios miles de años. Sin embargo, un nuevo análisis de 56.000 estrellas similares al Sol ha revelado que este tipo de fenómenos podrían suceder aproximadamente una vez cada siglo. A pesar de lo alarmante de este descubrimiento, aún quedan preguntas clave por resolver sobre su impacto exacto. Los hallazgos fueron publicados el pasado 13 de diciembre en la revista Science.

También los Miyake

Por otra parte, un equipo de investigadores de la Universidad de Arizona ha identificado con exactitud total una tormenta solar extrema que ocurrió en el 664 a.C. Van ya seis en sólo 14.500 años, lo que indica que estas tormentas, conocidas como eventos de Miyake, son más abundantes de lo que se temía. Si ocurriera hoy, sería catastrófico para la civilización moderna, eliminando de un plumazo los sistemas eléctricos claves para la vida de miles de millones y básicamente devolviendo a la humanidad a la edad de piedra. «Gracias al radiocarbono en los anillos de los árboles, ahora sabemos que seis eventos de Miyake ocurrieron en los últimos 14.500 años», afirma Irina Panyushkina. Si ocurriera hoy, tendrían efectos cataclísmicos en la tecnología, dice la profesora asociada de dendrocronología en la Universidad de Arizona y coautora del estudio. Por si fuera poco, los científicos han determinado que, aunque los anillos de árboles proporcionan datos valiosos sobre la magnitud de estas tormentas, aún no se ha podido encontrar un patrón en su ocurrencia.

El evento Miyake del 664 a.C.

Para este descubrimiento —publicado en el prestigioso diario científico Nature— los investigadores analizaron anillos de árboles antiguos en busca de picos en carbono-14, un isótopo radiactivo que se forma en la atmósfera cuando la radiación cósmica interactúa con átomos de nitrógeno. “El carbono-14 se forma continuamente en la atmósfera y, tras unos meses, es absorbido por los árboles durante su crecimiento”, explica Panyushkina. El equipo encontró un incremento significativo de este isótopo en el año 664 a.C., marcando el único evento Miyake conocido en el que se ha podido determinar una fecha precisa.

Además de los anillos de árboles, los científicos compararon sus hallazgos con registros de berilio-10 en núcleos de hielo extraídos de los casquetes polares. Este isótopo, también producto de la actividad solar extrema, queda atrapado en el hielo debido a la precipitación. “Si encontramos un aumento simultáneo de berilio-10 en ambos polos y un pico correspondiente de carbono-14 en los anillos de árboles, podemos confirmar que se trató de una tormenta solar”, afirma Panyushkina. Estas investigaciones nacieron en 2012, cuando Fusa Miyake —la física japonesa de la Universidad de Nagoya especializada en rayos cósmicos, isótopos radiactivos y su relación con la actividad solar— identificó por primera vez estos eventos mediante el análisis de isótopos en anillos de árboles. Los eventos Miyake ocurren cuando el campo electromagnético del Sol se debilita, permitiendo que plasma altamente energético escape hacia el espacio y bombardee la atmósfera terrestre. Este fenómeno produce un incremento abrupto en isótopos radiactivos como el carbono-14 y el berilio-10. Sin embargo, como apunta Panyushkina, “los anillos de árboles nos dan una idea de la magnitud de estas tormentas, pero no hemos podido detectar un patrón, por lo que es improbable que podamos predecir cuándo ocurrirán”.

Impacto realmente apocalíptico

El impacto potencial de un evento Miyake en la sociedad moderna sería poco menos que apocalíptico. Si no hacemos algo para asegurar la red eléctrica mundial, su caída ocasionaría un efecto dominó que afectaría a todo el mundo moderno. El número de muertes y el colapso económico global que seguiría a los pocos días no tendría precedentes en la historia de la humanidad.

Según nos contó la Dra. Holly Gilbert, directora del High Altitude Observatory del Centro Nacional de Investigación Atmosférica de los Estados Unidos, para el minidocumental de Control Z dedicado a los eventos solares, habría tres fases críticas en estos fenómenos: Primero, la radiación de alta energía impacta la ionosfera en cuestión de minutos, alterando las comunicaciones satelitales y sistemas GPS. En segundo lugar, las partículas cargadas inducen corrientes eléctricas que sobrecargan infraestructuras clave como redes eléctricas.

Finalmente, las eyecciones de masa coronal lanzan enormes cantidades de plasma y campos magnéticos hacia la Tierra, con el potencial de desactivar tecnologías críticas. Este último paso podría inutilizar sistemas de distribución eléctrica y comunicaciones globales.

La Dra. Sangeetha Abdu Jyothi, profesora adjunta de la Universidad de California, Irvine, ha explorado los riesgos para la infraestructura digital global. Según ella, un evento similar al de Carrington de 1859 —mucho más débil que los descritos por Miyake y el equipo de científicos de la universidad de Arizona— dañaría cables submarinos, fundamentales para el internet global, destruyendo sus repetidores por sobrecarga. Según Abdu Jyothi, “la pérdida de conectividad sería catastrófica, llevando a la sociedad a un estado comparable al previo a la Edad Media”. El evento Miyake, hasta diez veces más potente que un Carrington, las consecuencias podrían extenderse a todos los sistemas electrónicos en la superficie terrestre, incluyendo servidores y sistemas de almacenamiento en todo el planeta.

Es algo que también nos contó John Kappenman, un veterano ingeniero en redes eléctricas que advierte que un evento de esta magnitud provocaría un colapso masivo. “Las redes de energía caerían, afectando hospitales, sistemas de pago, la distribución de alimentos y medicamentos”, explica. El problema radica en la complejidad de los transformadores eléctricos imposibles de reemplazar o reparar a corto o medio plazo. “La recuperación podría extenderse durante décadas debido a la escala del daño”, afirma. Es algo que también ha estudiado el Pentágono y el Departamento de Energía de EEUU, que cifra las posibles pérdidas económicas en trillones de dólares y la recuperación en décadas. Eso sin contar con las vidas humanas perdidas por enfermedad, falta de asistencia médica, y falta de alimentos, especialmente en centros urbanos.

Más vale prevenir

Afortunadamente, existen soluciones técnicas viables para atajar este cataclismo antes de que empiece. Kappenman propone proteger los transformadores eléctricos mediante un sistema de condensadores desarrollados en los años 90. El coste estimado de blindar toda la red eléctrica estadounidense sería de sólo 1.000 millones de dólares, una cantidad ínfima comparándolo con el daño que evitaría. Gilbert subraya también la importancia de un sistema de alerta temprana basado en modelos avanzados de inteligencia artificial y satélites que vigilen el Sol desde todos los ángulos. Ahora mismo estamos poco menos que ciegos, ni siquiera tuertos.

El astrofísico Ethan Siegel señalaba en una entrevista por vídeo que “la solución está en nuestras manos». Según él, necesitamos redes eléctricas resilientes, con producción local. Esto, junto con la protección para los transformadores y un sistema de alerta efectivo, podría blindarnos contra los peores efectos de estos eventos. «Todo esto es mucho más barato que tener que enfrentarse las consecuencias de ignorar esta amenaza», afirma Siegel.

Como terminamos el episodio de Control Z, un evento Miyake o Carrington es inevitable con consecuencias que podemos evitar.

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