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martes, febrero 4, 2025

Todo a punto para que el James Webb desvele los secretos del Universo

El telescopio espacial James Webb está listo. NASA ha dado vía libre a un lanzamiento programado el 22 de diciembre a las 7:20 am EST, después que los equipos de ingeniería completaran las pruebas adicionales para garantizar que el problema detectado la semana pasada en una banda de sujeción no dañó ningún componente. Las operaciones de abastecimiento de combustible han comenzado y se terminarán el 5 de diciembre. Si no se encuentran problemas en las últimas pruebas, el objeto espacial no tripulado más caro y complejo de la historia será lanzado a las puertas de la Navidad.

Un lanzamiento muy importante para el que tendrá el honor de suceder al ya mítico Hubble, todo un regalo para la exploración espacial durante tres décadas, pero cuyos resultados palidecerán si el James Webb cumple con sus ambiciosos objetivos: estudiar las primeras estrellas y galaxias que se formaron en el universo temprano tras el Big Bang; descubrir cómo evolucionaron las galaxias en los primeros tiempos; cómo las estrellas y sistemas planetarios nacen en las nubes polvorientas y la búsqueda de huellas químicas de vida en satélites como Encelado y la composición de las atmósferas de los exoplanetas, que podrían revelar biofirmas de vida extraterrestre.

Cuando el telescopio espacial remonte el vuelo gracias al impulso de un cohete Arianne 5 más de uno no lo podrá crear ante los numerosos retrasos en su construcción y lanzamiento debido a su gran complejidad y exponencial aumento de costes sobre lo inicialmente previsto. Hubo amenazas de cancelación, controversias políticas y otras tribulaciones, incluyendo la retirada de otros proyectos menores de las agencias espaciales para poder aumentar el presupuesto de este ingenio.

Ni siquiera el mismo nombre del telescopio se ha librado de la polémica, ya que grupos de científicos acusaron al ex-administrador de la NASA del mismo nombre, de expulsar a gays y lesbianas de sus puestos en la agencia espacial en las décadas de 1950 y 1960 y por ello pidieron el cambio del proyecto. Un extremo que negó NASA y el nombre se mantiene.

El telescopio ha sido construido y será operado conjuntamente por la NASA, la Agencia Espacial Europea y la Agencia Espacial Canadiense bajo un proyecto que comenzó hace treinta años, poco después del lanzamiento del Hubble. Su sobrecoste se ha disparado y la inversión se elevará a cifras cercanas a los 10.000 millones de dólares. En unos meses comprobaremos si ha merecido la pena, pero a poco que cumpla como el Hubble los científicos esperan rentabilizar los costes. Los aficionados a la astronomía lo esperamos con entusiasmo.

El James Webbes un artilugio colosal. Tan inmenso, que no tenemos lanzadores espaciales preparados para elevarlo a los cielos y una parte de sus componentes se desplegarán una vez situado en su órbita. Todo en el Webb es enorme y el denominado parasol, encargado de proteger el conjunto y mantener los espejos y los instrumentos científicos a temperaturas cercanas al cero absoluto, tiene el tamaño de una cancha de tenis.

Y qué decir de los 18 hexágonos que forman el espejo primario de 6,5 metros, casi el triple que el del Hubble. El telescopio también dispone de otro grupo de espejos secundarios y terciarios para eliminar aberraciones ópticas, y un espejo adicional de dirección que puede ajustar su posición automáticamente varias veces por segundo para dotar de estabilización a unas imágenes que se esperan de una resolución y nitidez nunca vistas.

Más allá de los telescopios terrestres, el proyecto que apunta mayor interés es el Nancy Grace Roman. Conocido inicialmente como WFIRST (Wide Field Infrared Survey Telescope) es un observatorio espacial diseñado para desentrañar los secretos de la energía oscura y la materia oscura, así como la búsqueda y visualización de exoplanetas, recogiendo como el James Webb la radiación infrarroja.

Se lanzará en esta década compartiendo espacio con el James Webb, pero será más poderoso y el primero que verdaderamente permitirá a los científicos buscar con precisión agua, metano, dióxido de carbono y otros gases que indiquen la presencia de actividad biológica, probando la existencia de otros mundos fuera del Sistema Solar con la capacidad de albergar vida. Seguramente ese gran sueño del ser humano todavía está lejos, pero cada vez más cerca.

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